MEDIO AMBIENTE

Tiquipaya luce sus mejores flores para recibir a 6 presidentes y 20.000 activistas ambientalistas de 129 países

Coco Cuba

Fundada hace casi 200 años en las estribaciones de Villa Oropeza, nombre colonial de Cochabamba, Tiquipaya (ciudad de las flores, en lengua nativa) es una extensión urbana de Cochabamba, a su vez 400 km de La Paz, que extremaba recursos para albergar a miles de visitantes, venidos de diversos confines del planeta que recorren sus calles en busca de alimentos y líquidos, ávidos por acreditarse para la CMPCC.

“Hay mucha gente, como nunca” en esta ciudad intermedia, cuyas autoridades la embellecen en la medida de sus presupuestos y posibilidades, dijo Elizabeth, dueña de un expendio de golosinas y bebidas gaseosas instalada en su casa cerca del enorme campus de la Universidad del Valle, donde estudian pregrado cerca de 20.000 estudiantes, 1.000 de ellos brasileños.

Los habitantes de esta ciudad, que produce rosas, claveles, efusiones, pompones, montesillos y apotes para abastecer el mercado boliviano de flores y en pequeña proporción para la exportación, han visto revolucionada su rutina, por la acción de los forasteros y también por decenas de cuadrillas de obreros, detrás de maquinaria pesada, que a última hora echan cemento a las aceras y asfaltan las calles empedradas y de tierra apisonada.

A horas de la inauguración de la Conferencia, cuya expectación desborda cualquier previsión, la ciudad dominada por una imponente colina color verde ocre, eslabón del macizo Parque Tunari, se pone a punto.

En Tiquipaya aún se recuerda al ex presidente Daniel Salamanca que debió hacer frente a los horrores de la Guerra del Chaco, que enfrentó a las armas bolivianas y paraguayas, entre 1932 y 1935 y que era dueño “de extensos terrenos” desde el centro de la ciudad hasta un sector conocido como ‘La Chaupinchada’, donde hoy los estudiantes cocinan, los fines de semana, carne de vacuno y cerdo al carbón y liban cerveza.

“Desde allí hasta más allá”, enseña con el índice con que dibuja en el aire una extensión desentrañable, Seferino, un hombre de expresión impenetrable que, a sus 77 años, ha sido testigo del avance urbano que intenta transformar esta bella campiña surcada por aguas subterráneas y coronada, además del edificio de la Universidad del Valle, por un portentoso hotel campestre, “el Regina” como se le singulariza aquí.

De población mestiza mayoritariamente católica, Tiquipaya, que ha adoptado como su patrono a San Miguel Arcángel, se ha convertido en una suerte de ciudad de estudiantes, ya que también alberga al exclusivo colegio anglosajón ASBE, “donde se ofrecen tres idiomas (europeos) para que los chicos salgan a estudiar afuera”, comenta desenfadado un taxista al tiempo de vanagloriarse por una alameda de robustos y longilíneos eucaliptos plantada en el umbral de la ciudadela.

La ‘ciudad de las flores’ se desarrolla a las veras de una carretera que la vincula a Cochabamba y tiene una oferta menguada de hoteles, muchas quintas (salones de comida criolla) e innumerables puestos de venta a granel.

Tiquipaya enseña, apenas se pisa sus tierras, la efigie, forjada en bronce, de una ‘Cholita’ (mujer de vestimentas indígenas) plantada en el centro de la carretera Cochabamba, seguida de una fuente de agua que muestra a enormes peces, de la fauna local, jugueteando en el aire.

Su Plaza de Armas exalta los heraldos de la colonia española. A un costado el poder espiritual, plasmado en una Iglesia de campanario; de enfrente el poder terrenal, la Alcaldía del pueblo y poco más allá la Policía, una sucursal de banco capitalino y una oficina de locutorios telefónicos.

Esta ciudad pequeña enclavada a 412 km de La Paz y a 12 km de Cochabamba será anfitriona de la CMPCC, que congregará a cerca de 20.000 activistas medioambientalistas de 129 de los 187 países adscritos a la Organización de Naciones Unidas, esperará con ropa de fiesta a los presidentes de Venezuela, Hugo Chávez; de Ecuador Rafael Correa; de Paraguay, Fernando Lugo y de Nicaragua, Daniel Ortega, además mandatario de Antigua y Barbuda, Ralph Spencer y su colega de la africana tutu Burindi, Pierre Nkurunziz.

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