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Documentos desclasificados por EE.UU. revelan que Argentina era la sede principal del Plan Cóndor

El 24 de marzo de 1976, día del golpe de Estado, el dictador Jorge Rafael Videla toma la Presidencia de Argentina.

La reciente entrega de archivos desclasificados sobre la última dictadura argentina revela que Buenos Aires funcionó como sede regional del Plan Cóndor, un sistema continental organizado desde EE.UU. y llevado a cabo por los Gobiernos militares de Sudamérica que se caracterizó por el exterminio y las desapariciones forzadas de opositores políticos

Desde las oficinas de Inteligencia estadounidenses afirman que nunca antes se había entregado un volumen de archivos tan grande a otro país: son 49.000 páginas que ya están en manos de las autoridades argentinas y se espera que ayuden a conocer más información sobre los tiempos del terrorismo de Estado. Solo en ese país del Cono Sur, los organismos de derechos humanos calculan que desaparecieron 30.000 personas entre 1976 y 1983, y muchas familias todavía no localizaron los restos de sus seres queridos o no saben cómo fueron asesinados. 

La divulgación es histórica porque deja en evidencia el trasfondo burocrático de las dictaduras de Chile, Paraguay, Bolivia, Brasil, Uruguay y Argentina, donde funcionaba una central administrativa que organizaba los crímenes de lesa humanidad. En los papeles, Washington se refería al Plan Cóndor como ‘Operación Teseo’, aunque también hablaba de ‘Cóndor 1’ cuando mencionaba a Buenos Aires. Allí, los delegados de los Gobiernos de facto se reunían para coordinar los operativos de los grupos de tareas, es decir, unidades al servicio de las dictaduras para secuestrar o atacar a blancos definidos.

En las reuniones se discutía sobre el costo político de las operaciones y cuáles eran los mejores momentos para concretarlas. Si no había consenso, se libraban actas para cada país participante, pero si había acuerdo sobre las víctimas escogidas, comenzaban los operativos de las violaciones a los derechos humanos en la región, con el aval de la Casa Blanca. En concreto, los archivos reflejan que aquellos países latinoamericanos firmaron un acuerdo de cooperación para implementar «operaciones contra blancos subversivos». Brasil y Bolivia, que también eran gobernados por dictaduras, participaban con menos intensidad en el entramado continental.  

La organización

El Centro de Operaciones localizado en Argentina funcionaba de 9:30 a 12:30, tenía un descanso de dos horas, y continuaba sus funciones de 14:30 a 19:30 (hora local). Estaba conformado por agentes de los servicios de Inteligencia sudamericanos, y cada país enviaba un mínimo de cuatro miembros. Así, cada una de las dictaduras participantes se comprometió a colocar 10.000 dólares en el Centro al comienzo del Plan Cóndor y debían sumar una cifra similar al final de cada operativo criminal, en un plazo no mayor a los 15 días. Además, para el funcionamiento de la sede añadían un monto mensual simbólico de 200 dólares. 

Marcha del Silencio para conmemorar a las víctimas de la dictadura (1973-1985), en Montevideo (Uruguay), el 20 de mayo del 2017. / Pablo Porciuncula / AFP
  • El sueldo de los grupos de tareas

Según los documentos enviados por la Administración de Donald Trump al Ministerio de Justicia argentino, los asesinos a sueldo de aquella época cobraban «3.500 dólares por persona por 10 días», más una cifra fija de 1.000 dólares destinados a la vestimenta. Los llamados grupos de tareas en el extranjero eran conformados por hasta cinco integrantes, «miembros de uno o más servicios de acuerdo a su experiencia, calificaciones personales y características del blanco». 

  • Definición de blancos

Las víctimas se seleccionaban, curiosamente, en una especie de asamblea militar: «Cada representante presenta su selección de un blanco en la forma de una propuesta. La selección final de un blanco será por votación y se determinará por mayoría simple«, se lee en los papeles. 

Una vez que el Centro de Operaciones escogía a los destinatarios de sus planes, los servicios locales de Inteligencia tenían la misión de identificarlos, localizarlos, seguirlos, informar a la base argentina y luego retirarse. Solo un miembro del equipo de Inteligencia estaba autorizado a comunicarse con el Centro. 

Acto seguido, los equipos de operaciones tenían que «ejecutar al blanco» manteniendo tres pasos fundamentales: «A, interceptar el blanco, B, cumplir la operación y, C, escapar».  

RT 15-abr-2019

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